Conocida por su legendaria hospitalidad, pero también por sus diversos monumentos históricos, Trípoli es la segunda ciudad del Líbano. Ciudad histórica muy apreciada por sus magníficas mezquitas, su magnífico castillo y sus madrasas que datan del siglo XI, Trípoli también tiene un activo muy particular: sus dulces.
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Situada a 85 kilómetros al norte de Beirut, Trípoli es la segunda ciudad más poblada del Líbano (850.000 habitantes). Los autobuses llegan desde la capital y la terminal permite bajarse al pie de la Torre del Reloj, un monumento construido con ladrillos blancos que data de la época del Imperio Otomano.
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Pero el sitio más emblemático de Trípoli es la Ciudadela, un majestuoso castillo que domina la ciudad. Fundado alrededor de 1100, el castillo Saint-Gilles, como muchos lo llaman, es la antigua residencia de Raimundo IV de St Gilles, conde de Toulouse. El lugar alberga ahora dos museos accesibles al público en general.
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Otro atractivo turístico de la ciudad de Trípoli, la mezquita Taynal. Construida en 1336 en el corazón de los jardines de naranjos, cubre los restos de una iglesia carmelita, construida también sobre las ruinas de un templo romano dedicado a Zeus. Hoy está rodeada de carreteras en el centro de Trípoli.
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Además de estos monumentos históricos, Trípoli es también una ciudad llena de dinamismo. Sus habitantes viven al ritmo de la actividad comercial. El mercado local está caracterizado por vendedores de tejidos y cobre trabajado, fábricas familiares de jabón pero también de pastelería que atraen cada vez a más visitantes. Entre los vendedores de amuletos y los artesanos que comparten los arcos del zoco, es (casi) imposible perderse los dulces que inundan las calles de Trípoli.
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Entre los postres gourmet favoritos de los viajeros encontramos el osmallieh. Plato preparado con cabello de ángel y crema de leche, aromatizado con azahar y miel (o almíbar de azúcar). Muy conocido en Oriente Medio, este plato se sirve con té verde.
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También está el maamoul, un pequeño bizcocho libanés relleno generalmente de dátiles (o almendras, nueces o pistachos). Es un pastel festivo de Oriente Medio, cuya textura quebradiza atrae especialmente a los gourmets.
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Baklava, un pequeño postre a base de masa filo, azúcar o miel y pistachos. Simplemente come uno y fácilmente te volverás adicto a este pequeño bocado indulgente.
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Y por último, la namoura, una delicia dulce de sémola aromatizada con rosa o azahar. Un postre popular en los países mediterráneos, pero cuya versión más sofisticada sólo se encuentra en la repostería libanesa.
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